30/12/11

¿Realidad?

¿Habéis tenido alguna vez fiebre solos en casa y adivináis quién va hacia vuestra habitación por la manera de caminar? Pues eso me pasó entonces.

Estuve en un estado de duermevela en el que no distinguía la noche del día a los pocos días de morir mi abuela. Aún la echo de menos y también la costumbre de quedarme a dormir en su casa por lo menos una vez a la semana, me gustaba despertarme allí y la manera que tenía de darme las buenas noches.

Durante uno de aquellos sopores febriles pude distinguir perfectamente aquellos pasos familiares, escuchaba el roce de las zapatillas de mi abuela que venían hacia mi habitación por el pasillo y pararse en el quicio de la puerta. Notaba su respiración, incluso pude oler su perfume y los pasos siguieron adelante. Unas manos frías, muy frías me dejaron paralizada al sentir unas manos frías, muy frías que me tocaban los tobillos. Una mano helada se posó en mi frente por un segundo, al mismo tiempo que mi madre abría la puerta de casa. Vino directa a verme y yo seguía sin poder hablar. 

Mi madre fue a preparar la comida comentando lo fría que estaba la casa y yo me quedé en la habitación en donde se podían ver los alientos.

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